Me encadené a tu libertad
esclavo de las palabras que vomité
y ahora me pongo a pensar
en todas esas alambradas que instalé
Fui un peso muerto en tu ascensión
una mochila cargada, aunque fuera de amor
y asalté tu cielo despejado
con mi legión de buitres, de dientes afilados
E hice que llegara el otoño
en pleno mes de abril
pinté con mi escala de grises
cualquier nube que pasara por aquí
Y llené de borrascas y tormentas,
aquel idílico jardín
fui la sombra perpetua,
de lo que esperabas de mi
Pero ya no elijo necesitarte
si no que cosamos nuestras alas
porque el regalo nunca será tenerte
si no sentir cerca, el aire que nos separa.
Simón Vidal Ferrandis