Bienvenidos al desierto
del deshielo del amor
a la llanura del infierno
con el agua de la desolación
Se nos abre un infinito
lleno de polvo y calor
la voz se enmudece en el vacío
y el alma en el estupor
Las pupilas navegan
entre penas y dolor
en océanos de rabia
sin encontrar un oasis de valor
Arrastrando los pies
por tristes surcos embarrados
sin encontrar un por qué
en este laberinto de bastardos
Sin brújula ni guión
divagamos por tormentas
adentrándonos sin vacilación
con las heridas bien abiertas
Y con el pulmón quebrado
y subiendo bien la barbilla
sangraremos haciendo estragos
aunque nos hagan… la zancadilla.
Simón Vidal Ferrandis